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domingo, junio 30, 2002
(...) Carece de sentido hacer públicos, comunicar a los demás mediante la escritura y la imprenta, nuestros juicios a propósito de nosotros mismos. Podemos, debemos tenerlos, pero los juicios sobre nosotros que pueden interesar públicamente son los juicios de los demás sobre nosotros. Esta verdad no pasó inadvertida a los griegos, pero en la época moderna, donde es muestra de buen juicio no creer en los juicios ajenos, se ha querido enseñar a los demás incluso el modo en que nosotros mismos debemos ser juzgados.(...)
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