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domingo, mayo 19, 2002
Alguien me dijo -no recuerdo ya quíen fue- que no deja de ser sorprendente el hecho de que, cuando uno se despierta por la mañana, al menos por lo general, lo encuentra todo, intacto, en el mismo sitio donde estaba la noche anterior. Al dormir y al soñar, al menos aparentemente, nos hemos hundido en un estado esencialmente distinto al de la vigilia y, como aquel hombre decía con mucha razón, hay que tener una infinita presencia de espiritu, o mejor dicho, de capacidad de contraataque para captar, en el momento de abrir los ojos, todas las cosas en el mismo lugar donde las dejamos por la noche. De ahí que el momento de despertar sea el más arriesgado del día; una vez dominado sin que uno se vea arrastrado lejos de su lugar, hacia cualquier otra parte, ya podemos pasar tranqulios todo el día. F.K., El proceso.
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