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domingo, abril 21, 2002
Ayer por la tarde andaba yo sentado en un tren de cercanias, cuando un niño de diez años me obligó con la mirada a descruzar las piernas y dejarles sitio a él y a su madre. El chico era un futuro directivo, y la mujer llevaba pendientes de oro y el pelo aceitoso estaba-fregando-los-platos. Al escuchar la orden de su hijo para bajarse en la siguiente parada se sintió un poco avergonzada, y decidió vengarse con un rencoroso vamos tesorito.
20:48
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