suigéneris


 




 

martes, febrero 26, 2002

Érase una vez la princesa pepa
no ha salido en otro cuento que yo sepa
le impedía su gran timidez
pedir la vez.

Tenia un bufón la princesa pepa
feo, enano, cabezón: bufón con chepa
que la amaba a ella con pasión
pobre bufón.

En la noche silenciosa se escuchó un suspiro
quiero a la princesa
y nunca nunca la podré alcanzar
lo mejor será, ay de mi, pegarme un tiro
y se lo pegó, en el paladar.

Pero era un bufón,
y aquella pistola disparó en vez de una bala, una bola
como un caramelo de limón, agrió y dulzón,

y no se mató
ni nada de nada
reclinó su cabezón sobre a almohada,
y saboreando se durmió y esto soñó:

La princesa se prestaba a todos sus anhelos,
y el era alto y guapo
mas o menos un príncipe azul
que la despojaba de sus siete velos
velos, naturalmente de tul.

Es la ensoñación de quien masca opio
el bufón le daba al opio un uso propio,
mezclaba el opio con miel y limón
y un poco de ron.

Tenia un bufón, la princesa pepa
que con una bola se quitaba chepa
sin la bola ya era otra cuestión
atroz cuestión.

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