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jueves, noviembre 29, 2001
Yo detrás. Los hechos son los siguientes: el conductor/comprador del coche entró al vehiculo y se sentó cómodamente en su asiento regulable. Dejó la cartera en una red que existe en la puerta izquierda y el paquete de tabaco en un cajoncito situado bajo la radio. Puso musica sin tener que alargar demasiado el brazo y se encendió un cigarro con el mechero del salpicadero. Mientras tanto nosotros, los que no teníamos una relación económica con el fabricante del coche, entramos apartando el asiento del acompañante, doblándonos como monos para acceder al vehículo. ¿Creen que nuestro asiento era regulable o ajustable? ¡Nada de eso! Lo unico que se ajustaba allí eran las piezas del cinturón de seguridad, perfectamente ajustadas a nuestros riñones. Tampoco pudimos dejar la cartera en ningún sitio, ni el paquete de tabaco. Se nos permitió encender un cigarro (con nuestro mechero, por supuesto) pero el cenicero medía cuatro centímetros y era necesario aguantarlo con la mano. ¡Todo un despropósito!
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